lunes, 1 de septiembre de 2014

Rávena oculta



A simple vista Rávena se nos muestra como una ciudad plana. Como otras tantas. La primera impresión cuando pisamos sus calles es que no nos dejará huella. Hace algunos años la visitamos, dentro de un maratoniano viaje de una manera apresurada, camino de otros destinos más conocidos del norte de Italia, donde siempre falta tiempo para asimilar tantas sensaciones, y sólo alcanzamos a recordar la zona dantesca con la tumba del gran Dante. Desconocíamos que Rávena no ofrece pistas al viajero con prisas, su discreto encanto le hace ocultar sus bellezas y esconder celosamente sus atractivos. Sin embargo, la antigua capital del decadente Imperio Romano tiene más de ocho monumentos en las lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y exige una detenida visita. 

Verdadera encrucijada de caminos y de influencias, ha sabido conservar todo el esplendor de una época convulsa, el final de la Antigüedad y los albores del Medievo. Sus iglesias y baptisterios nos muestran mosaicos grecolatinos y bizantinos formando un conjunto único por su valor artístico e histórico que nos dejarán con la boca abierta en más de una ocasión.

Nuestro repertorio fotográfico comienza con la basílica de San Vital. Sin duda un buen punto de partida para reconciliarnos con esta ciudad. Su deslumbrante decoración cubre paredes, bóveda e interior del ábside dejando ver a las claras que la influencia oriental asume un papel dominante. Ante nosotros mosaicos, techos, arcos triunfales y paredes laterales de colores brillantes con esas escenas que nos resultan tan familiares porque hemos visto tantas veces en los manuales de Arte y libros de Historia.

Y atrapados por esas bellezas que Rávena esconde, ya no habrá marcha atrás. Por lo que sin descanso pasamos al Mausoleo de Galla Placidia, situado sólo a unos metros. Se trata de un edificio del siglo V, tan pequeño y de apariencia tan frágil que resulta sorprendente que haya llegado hasta nuestros días sin  alteraciones. Su exterior es de una sencillez extrema, sin embargo al entrar descubrimos una atmósfera delicada y armónica. Bajo sus deslumbrantes arcos, cúpulas y bóvedas tendremos la sensación de haber llegado al cielo. Sus mosaicos escenifican la redención con numerosos motivos geométricos y representaciones de animales que inundan todo este extraordinario espacio.   

La siguiente parada es la Iglesia de San Apolinar Nuevo, del siglo VI. De planta rectangular, nada más entrar la mirada se eleva hacia sus arcos laterales y mosaicos que lo inundan todo y en los que podemos distinguir tres niveles con escenas que  representan episodios de la vida de Cristo tan conocidas como la Procesión de los Mártires, el Cortejo de  Vírgenes o los Reyes Magos. Se trata de 13 paneles rectangulares. A su vez las luces que entra por sus ventanas realzan aún más sus tres naves separadas por 24 columnas  corintias. .

El Baptisterio Neoniano, del siglo IV, es el monumento más antiguo de Rávena. Consta de bóveda y dos niveles de arcos. Su cúpula tiene un gran medallón que representa el bautismo de Cristo. Abajo encontramos la pila octogonal de mármol. Y junto a este espacio se sitúa la catedral del siglo XVIII y el Museo Arzobispal, donde no nos dejaron sacar fotos, con el púlpito de obispo Maximino o de la extraordinaria capilla de Santa Andrea.

Por si no hemos tenido bastante, la excursión se puede completar con la Basílica de San Apolinar en Classe, situada a unos 5 kilómetros al sur de la ciudad, para contemplar sus mosaicos de los siglos VI y VII. 


                        Basílica de San Vital 
























Mausoleo de Galla Placidia 


















Basílica de San Apolinar Nuevo 

























Zona Dantesca 








Catedral 







Baptisterio Neoniano 





































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